miércoles, 18 de mayo de 2011

El camino de la lluvia. Parte 4: NUBES BAJAS

 Apoyaba mi cabeza en la ventanilla del autobús, que avanzaba por el asfalto inundado de lluvia y acabó abandonando la zona urbana para adentrarse en una carretera rodeada de campos… arrozales que en esta época del año brotaban de un intenso color verde. Empezaban a secarse y a adquirir aquel tono amarillo propio del otoño, lo que significaba que aquel verano pasado por agua estaba dando su fin.

A aquellas horas de la mañana las nubes creaban una suave bruna matinal, un intento de niebla que cubría toda la extensión, sesgada por bandadas de grullas que rebuscaban entre la tierra húmeda. Cuanta belleza creada sin ese motivo…

- ¡Mira!  ¡Mira como empiezan a trabajar,  ahí deberías estar tu,  en vez de estar todo el día mirando las nubes! - La voz de mi madre me sacó de mi ensoñación, pero esta vez no repliqué, no dije una sola palabra. Guardaba al muñeco en mi pequeña mochila, sentirlo cerca me tranquilizaba y, por extraño que pareciese, me hacía sentir que no estaba sólo en aquel mundo.   

En un campo tan extenso como aquel, sus piernas al fin podían desatar toda la tensión, corriendo mientras sus manos acariciaban la alta hierba. ¡El sol al fin había salido! Y se proyectaba en su pálida piel, reflejándose en sus ojos claros. Me llamó y corrí tras él, iniciando un infantil juego, hasta que lo hice caer al suelo y nuestros cuerpos desaparecieron del paisaje.
En aquel microcosmos, en aquel escondite natural dejé que mis labios se unieran a los suyos una vez mas y que suspirase de puro placer y creyese que nada nos separaría.  Todo ocurriendo justo antes de ser arrancado de sus brazos…

Miles de palabras malsonantes, mientras era arrastrado de aquel frío callejón; no había campos, el sol seguía oculto tras la nubes. Grité tratando de zafarme de él pero apenas podía verle, tan sólo observar con horror cómo golpeaban su cuerpo con alguna herramienta alargada, salpicada de sangre… ¿Por qué no me dejaban correr a ayudarle?... ¿Por qué me arrastraban de esa manera?

Las nubes cubrieron el cielo… como siempre mi fiel aliado, descargando una furiosa lluvia, como si el mundo llorase por nuestro cruel e injusto destino. 


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