- Vendeme este bolígrafo - Y el joven de ojos castaños le pasó el instrumento de escritura. Ella lo cogió, sus manos temblaron y todo el arrojo con el que había empezado esa mañana comenzó a difuminarse. Él la miró serio, casi inquisitivo y la muchacha sólo pudo titubear una disculpa. No tartamudeaba, eso había quedado en el pasado, pero su voz empezó a sonar mas baja. Tal vez no estaba hecha para ese trabajo.. ¿como iba a estarlo si hasta hacía relativamente poco ni siquiera había sido capaz de comunicarse con la gente a la que queria?
Salió del lugar y se permitió unos minutos de escaparates donde se interesó por el precio de unos paraguas decorados con una Venus de Boticelli. Sonrió al recordar que pronto regresaría a la universidad, que faltaba menos para llenar su vida de Renacimiento, Barroco, catedrales góticas, esculturas clásicas y helenismo.
Y empezó a caminar por las calles de la ciudad. Tal vez la llamaran.. o tal vez no, pero había hecho lo que estaba en su mano. Por eso no se desanimaría.
Además lo tenía a él, que con su filosofía de vida y su sonrisa pícara la invitaría a no caer en el desasosiego. Regresaría a casa deteniendose para llenar su mundo de nuevos tesoros en forma de letras y haría ese plato siguiendo las instrucciones de una madre a la que añoraba sin apenas darse cuenta.
Caminó hacia su nuevo hogar, saludando con palabras dulces y una sonrisa afectuosa a los que empezaba a conocer de vista.
Sonrió en su guarida, en su estanque en calma... tal vez la llamarían para un nuevo trabajo que colmase sus metas y si no...
Ya vendrían tiempos mejores.
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